Resumen del libro Apología de Sócrates de Platón

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Mario Rojo

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Platón nos presenta la «Apología de Sócrates», un relato fascinante de la defensa de uno de los filósofos más icónicos de la historia. ¿Qué llevó a Sócrates a enfrentar un juicio por su vida? En esta introducción, exploraremos su apasionada defensa ante las acusaciones que lo rodearon. ¡Prepárate para descubrir los argumentos que desafiaron a la Atenas antigua y la mente implacable de Sócrates!

Primera Parte: Defensa de Sócrates

«Apología de Sócrates» comienza con Sócrates dirigiéndose al jurado, afirmando: «No sé, atenienses, qué efecto ha tenido en ustedes la acusación de mis acusadores; yo, por mi parte, casi me olvido de quién soy, tal ha sido la persuasión de ellos.»

Sócrates se defiende primero de los antiguos prejuicios y luego de las acusaciones formales. Los antiguos prejuicios, dice, son más peligrosos porque han calado hondo en la mente de los atenienses, quienes creen que Sócrates es un sofista que corrompe a los jóvenes y no cree en los dioses de la ciudad. Sócrates desmonta estas acusaciones demostrando su compromiso con la verdad y la sabiduría, refiriéndose al oráculo de Delfos que proclamó que nadie era más sabio que Sócrates. Este hecho lo llevó a cuestionar a los hombres más sabios de Atenas, descubriendo que aquellos que pensaban saber eran los más ignorantes.

Idea principal: Sócrates establece la base de su defensa desafiando los prejuicios y demostrando su búsqueda genuina de sabiduría. La ignorancia de los autoproclamados sabios revela la verdadera naturaleza de su misión filosófica.

Segunda Parte: Interrogatorio y Refutación

En la segunda parte de la «Apología de Sócrates», Sócrates se enfrenta directamente a sus acusadores, principalmente Meleto, Anito y Licón. Sócrates comienza interrogando a Meleto para demostrar la inconsistencia y falta de fundamento de las acusaciones en su contra.

Sócrates pregunta a Meleto si él cree que Sócrates corrompe a los jóvenes deliberadamente o no. Meleto responde que lo hace deliberadamente, lo cual Sócrates refuta señalando que nadie haría algo así a sabiendas, ya que al corromper a los jóvenes, él mismo se estaría perjudicando, algo ilógico. Además, Sócrates desafía la acusación de impiedad al argumentar que no puede ser un ateo y, al mismo tiempo, creer en espíritus y daimones, como sugiere Meleto.

Sócrates sostiene que su búsqueda de la verdad y su cuestionamiento a la gente de Atenas es un servicio divino, una misión encomendada por el dios Apolo. Destaca que sus actividades no tienen motivos ocultos ni fines egoístas, sino que son un llamado a la reflexión y la mejora de la ciudad.

Idea principal: Sócrates utiliza el interrogatorio de sus acusadores para demostrar la falta de lógica y coherencia en las acusaciones en su contra, subrayando su misión divina y altruista de cuestionar y mejorar a la sociedad ateniense.

Tercera Parte: Última Palabra de Sócrates

En la tercera y última parte de la «Apología de Sócrates», Sócrates se dirige nuevamente al jurado después de ser declarado culpable. En lugar de suplicar por su vida, Sócrates mantiene su postura filosófica y ética.

Sócrates ofrece una alternativa a la pena de muerte: una multa simbólica, propuesta con la ayuda de sus amigos, quienes están dispuestos a pagar una suma mayor. Sin embargo, Sócrates deja claro que no teme a la muerte, ya que es un desconocido que no debe ser temido por el verdadero filósofo. Sostiene que la muerte es una de dos cosas: un estado de no consciencia, similar a un sueño profundo sin sueños, o una transición a otro lugar donde podría encontrarse con figuras históricas y seguir discutiendo filosofía.

Sócrates advierte a los atenienses que condenarlo no les librará de cuestionamientos futuros, ya que otros seguirán su ejemplo. Les recuerda que su búsqueda de la verdad y la virtud es un servicio a la ciudad, un mandato divino del cual no puede apartarse.

En sus palabras finales, Sócrates dice: «Ahora es tiempo de partir, yo a morir, vosotros a vivir. Quién de nosotros va a una mejor suerte, es algo desconocido para todos, excepto para el dios.»

Idea principal: Sócrates acepta su destino con dignidad y reafirma su compromiso con la filosofía y la verdad. Su discurso final es un poderoso recordatorio de la importancia de la integridad y el coraje en la búsqueda del conocimiento.

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